La enfermedad renal se puede prevenir en determinadas situaciones, pero en caso de aparecer y progresar las personas afectadas requieren un control médico de por vida, toma medicamentos y en los casos más avanzados, diálisis y/o trasplante renal.
La hemodiálisis (HD) es una técnica de depuración extracorpórea de la sangre que suple parcialmentelas funciones renales: elimina agua y tóxicos del cuerpo y regula el equilibrio ácido-básico y electrolítico. Su uso se aplica tanto a pacientes con enfermedad renal crónica (ERC) o aguda (daño renal mayor o menor a tres meses respectivamente) y consiste en interponer entre dos compartimientos líquidos (sangre y líquido de diálisis) una membrana semipermeable empleándose, para ello, un filtro o dializador donde se realiza ‘la limpieza de la sangre’.
La frecuencia del tratamiento (una vez que el daño renal es irreversible) se realiza usualmente tres veces en semana durante un tiempo que oscila, generalmente, entre tres a cuatros horas dependiendo de criterios médicos. En pacientes estables, siempre que sus estados de salud lo permitan y sin exponerlos a complicaciones que pongan en riesgo sus vidas, la técnica se suele realizar en los llamados centros satélites o extra-hospitalarios, siendo trasladados desde sus hogares y manejados de manera ambulatoria, sin necesidad obligatoria de ingreso hospitalario.
Otra opción es la hemodiálisis domiciliaria (hemodiálisis en casa) que estará orientada a aquellos pacientes que por elección personal o indicación médica se dializan en su domicilio. Contar con un acceso vascular (AV) para la hemodiálisis (HD) es algo fundamental para el enfermo renal y, actualmente, ya no se pone en duda que condiciona su evolución a corto y largo plazo. Como AV se conoce el portar un catéter venoso central o una fístula arterio-venosa nativa o protésica por medio de los cuales se accede a la circulación sanguínea. Es vital, por tanto, que el enfermo cuente con alguna de estas vías para poder recibir hemodiálisis. La elección de la fístula arterio-venosa nativa (hecha con sus propios vasos sanguíneos) se debe realizar preferentemente meses antes de iniciar tratamiento. De ahí la importancia de un seguimiento nefrológico adecuado y una buena adherencia al tratamiento acudiendo regularmente a consultas y cumpliendo con el tratamiento orientado.
Otro aspecto muy importante tras iniciar la hemodiálisis es la dieta y la ingesta de líquidos.
A diferencia de los pacientes con enfermedad renal sin requerimiento de diálisis, donde un alto volumen urinario es una característica frecuente incluso en etapas muy avanzadas de su enfermedad, una vez que se inicia en hemodiálisis el enfermo puede llegar incluso, a no orinar nada con el paso del tiempo. Debido a lo anterior es muy importante que el paciente aprenda a controlar la cantidad de líquidos que ingiere diariamente, para así evitar importantes sobrecargas hídricas y/o electrolíticas que lo puedan llevar a complicaciones que pudieran incluso, poner en peligro su vida.
Con frecuencia los pacientes en hemodiálisis y especialmente aquellos que aún sus riñones producen algo de orina suelen preguntar: “Doctor ¿cuánto debo beber? Yo aún orino mucho y si bebo más, orino más, ¿es eso malo?” Ante esta pregunta debemos responderde manera muy personalizada, considerando el estado particular de cada enfermo (edad, actividad física, diuresis, patologías cardiovasculares, temperatura ambiental, situación puntual de salud que predisponga a deshidratación como diarreas, catarros, etc) con lo cual, la respuesta no siempre será la misma para todos y habrá que comentarlo con su Nefrólogo de asistencia. De cualquier manera, un enfermo renal en diálisis ya no podrá tomar la misma cantidad y variedad de líquidos que tomaba previamente así que siempre deberá restringir la ingesta hídrica, siendo necesario la medición periódica de la diuresis de 24 horas y el control de su peso interdiálisis.
En cuanto a la dieta, la valoración clínica inicial nos proporcionará información puesto que existen enfermedades que influyen en el estado nutricional del enfermo como, por ejemplo, el padecer de diabetes mellitus, enfermedades gastrointestinales o neurológicas. Asimismo, debemos incluir hábitos tóxicos, antecedentes quirúrgicos y hospitalizaciones, preguntas dirigidas hacia síntomas y signos específicos relacionados con la alimentación (náuseas, vómitos, anorexia y/o pérdida de peso) procesos intercurrentes actuales y hábitos dietéticos.
Es también relevante realizar una entrevista psicosocial donde valoremos la educación, estilo de vida y nivel económico.
La evidencia científica recomienda el registro dietético para medir la ingesta de proteínas, de calorías y de nutrientes, así como, la realización de pruebas complementarias como ayuda para identificar ingestas inadecuadas. De esta manera se regulará el consumo de alimentos ricos en potasio, sodio, fósforo u otros que puedan afectar el perfil lipídico o el metabolismo del ácido úrico.
La medicación que se tome debe ser siempre consultada con el Nefrólogo requiriendo con frecuencia ajuste de las dosis. Aunque se describen problemas relacionados con la vida sexual de estos enfermos la diálisis no limita que puedan disfrutar de una placentera vida matrimonial. Los embarazos en diálisis son anecdóticos por lo que recomendamos medidas anticonceptivas para evitarlos. Los pacientes en hemodiálisis pueden tener una calidad de vida semejante a cualquiera de su misma edad y sexo, pueden ser sometidos a cualquier tipo de intervención quirúrgica como cualquier otro ser humano, pueden desempeñar cualquier profesión y se les recomienda realizar actividad física siempre asesorados por personal especializado. Si está en diálisis fomente hábitos de vida saludables, evite fumar y controle el peso así como su presión arterial y los niveles de azúcar en sangre, lo cual le ayudará a prevenir la diabetes, las enfermedades cardíacas y otras condiciones asociadas.
La enfermedad renal afecta a uno de cada siete adultos en España siendo más frecuente en varones de edad avanzada, diabéticos, hipertensos o con enfermedad cardiovascular. Por lo tanto, es muy importante su detección precoz, especialmente en este grupo poblacional para evitar o enlentecer su llegada a diálisis.