En primer lugar, pensaremos alguna situación o imagen mental que nos lleve a un estado de relajación. La escena debe ser elegida por nosotros mismos y en cada caso puede ser diferente. Si tiene dificultad para elegir una situación o imagen mental relajante, les propondremos algunos ejemplos que pueden serle útiles.
Una vez elegida la imagen o situación, nos colocaremos en una postura cómoda, ya sea sentado o acostado, usaremos también ropa cómoda para intentar que nada nos moleste e intentaremos situarnos por medio de nuestra imaginación en dicha situación, como si estuviéramos allí mismo. Podemos combinar estos pensamientos con otras técnicas de relajación, como la respiración. Al pensar en la situación o imagen relajante, conseguiremos transferir esas sensaciones de relajación y bienestar que nos genera dichas imágenes a nuestro estado actual.
Es muy importante la elección de la imagen mental que vamos a usar, para ello nos tomaremos nuestro debido tiempo en explorar y dar con la mejor de las situaciones para conseguir nuestra relajación.
Podemos tomar como ejemplo las siguientes visualizaciones:
Una playa de arena blanca, la arena está agradablemente caliente y caminamos por ella descalzos. La brisa del mar hace que nos sintamos relajados.
Caminar por un bosque y respirar profundo.
Un balneario con sus piscinas calientes, o sus duchas refrescantes.
Algún lugar que nos guste mucho: un mirador, un paseo, un parque, etc.